Nos encantan las historias que rodean a los marajás porque están llenas de fantásticos relatos en los que la abundancia de sus riquezas hacía posible la materialización de cualquier deseo que estos reyes tuvieran por inverosímiles que fueran, y aunque en la actualidad han perdido su poder para gobernar y son más bien unas figuras honorarias, todavía siguen gozando de espléndidas riquezas.
En 1860 a uno de estos personajes, el Marajá de Baroda Khanda Rao, se le ocurrío la idea de mandar a fabricar una alfombra especial que quería donar para que adornasen la tumba del profeta Mahoma en Medina.
Dada la importancia del personaje que había hecho dicho encargo y seguramente del monto que se iba a pagar por dicho artículo, el resultado fué una asombrosa y lujosisima obra de arte como nunca antes se había confeccionado.
La alfombra fue hecha en seda y tiene unas dimensiones de 1.73 por 2.64 metros . Está bordada con más de dos millones de perlas y decorada con diamantes, esmeraldas y zafiros. Posee un hermoso y elaborado diseño en el que se pueden apreciar figuras de flores, follaje y arabescos, trabajados con mucha precisión y maestría.
Desafortunadamente, o por fortuna porque de lo contrario no la hubiéramos conocido, como el Marajá falleció antes de hacer el obsequio, la alfombra entró a formar parte de los bienes familires. Esta obra de arte fué vendida en 5.485 millones de dólares en subasta realizada por Sotheby’s en la capital de Qatar.